miércoles, 28 de marzo de 2012

Pensando mafaldosamente...

Hola queridos lectores!!! Me acabo de lanzar al teclado con un ansia indescriptible. Ahora mismo tendría que estar buscando recetas para cierto concursillo de cocina al que me apunté con Pablo, que era lo que pensaba contaros. Pero este hecho bastante inusial y quijotesco en nuestras vidas a sido relegado a un segundo plano inmediatamente hace exactamente tres minutos y medio, al leer el post de Pablo.
Una de las carazteristicas que tiene un blog en el que participan y dan su opinión varias pesonas (aunque solo sean dos) es eso, la variedad de opinión. Y es lo que tanta rapidez a suscitado en la creación de esta entrada.
Vamos a ver. Leyendo el post de Pablo, sabiendo las impresiones que cruzamos hoy en el insti y echandole un poco de imaginación (porque a veces soy un poco cortita), deduzco que Pablo esta en contra de la huelga general (o por lo menos que falte gente, profes o alumnos al instituto, a clase) ya que estoy va a significar no hacer nada en toda la mañana. Sin embargo la mayoría de los profes que tenemos los de 2º eso van a ir a clase y alumnos también habrá que vayan.
Sí a Mafalda!!!
Por mi parte, yo mañana no pienso aparecer por clase. Tal vez la gran mayoría de los que mañana no vayan al instituto sea para quedar para ir de juerga. Yo no voy al instituto pero lo más probable es que si alguien va a la manifestación que tenemos en León por la tarde (que sale de Botines, para interesados/as), me veáis allí. No hace falta una descripción física para reconocerme. Considero que sí que tengo algo por lo que quejarme. ¿El qué? Lo mismo por lo que los/as adultos/as se van a quejar. Al fin y al cabo, eso también me afecta a mi. Sino hoy, me afectará mañana como no haga nada para cambiarlo.
Estoy a favor del derecho de hacer huelga. Para la información de Pablo, diré que hay gente que trabaja en empresas y mañana querrá ir a hacer huelga pero no podrá por si hacen huelga los despedirán. Y al contrario, habrá gente que querrá abrir su negocio y no podrán porque tal vez se encuentren con silicona en la puerta. Esto no es justo. El que quiera que haga huelga, y el que no quiera que no la haga. Pero si es que a los que quieren hacer huelga no les dejan hacer huelga y a los que no quieren hacer huelga no les dejan no hacer huelga, esto no es una huelga. Sé que dicho así suena a trabalenguas (porque lo he puesto a posta) pero es la cruda realidad.

Dicho esto, ahí os queda en la cabeza para que le deis vueltas. Por supuesto, os animo a que dejéis vuestros comentarios y contribuyáis a que esto no parezca un entierro virtual.
Ya dejaré lo de contaros el concurso de cocina y eso para otro post (que llegará pronto). 
Disfrutad mañana de vuestra huelga/no huelga. By Carmen :D

domingo, 25 de marzo de 2012

The artist o un perrito llamado Uggie

Hola queridos lectores!!! De nuevo, aquí estoy. Sigo desafiando a los cretinos verbos de francés de los cuales tengo examen el martes y me parece que tengo un serio problema. Un problema tan serio como el que se plantea en la peli de hoy. Como único comentario precedente a la reseña, os agradezco todo lo que hacéis. ¿Y qué hacéis? Pues motivarme para escribir más reseñas, para lo que tengo que ir al cine, y eso de ir al cine no está nada mal.

The artist o un perrito llamado Uggie

Cartel de la peli, muy logrado.Igual que hay una frase que dice que los caminos del Señor son inexcrutables ( frase que conocí en una peli de los 90 con una banda sonora buenísima, The Blues Brothers. Tal vez algún día hable de estos simpáticos colegas míos con gafas de sol negras a la sombra), hay otra que dice que como acabará una salida al cine con los amigos es inexcrutable. Y este fue el caso. Quedamos varios compañeros/as del instituto para ir al cine, pero fuimos reducidos ampliamente en número hasta llegar a tres. Esos tres nos decidimos a ir a ver The Artist, la peli esa que ganó tantos Oscars. Pero a última hora nos falló un participante y hubo que desmontarlo todo el mismo día de la peli. Como volví a casa con cara triste, mi madre se apiadó de mi y me llevó a verla esa misma tarde. Me hacía "ilu" porque mi hermano mayor (muy mayor) me dijo que había ido a verla y bailaban como en la época. Tengo debilidad por los musicales de aquella época (y de muchas otras). Esta vez se me permitió comprar un paquete de chicles que aún me sigue durando (2 semanas después). En la sala solo eramos 5. Una mujer sola en un extremo de la sala, una pareja en el centro y mi madre y yo atrás. Ninguno llevamos palomitas.
Empezó la peli. No era tan aburrida como me lo imaginaba. Yo me había hecho la idea de que sería algo parecido a Romeo y Julieta en los años 20. No, incluso tenía risa. Llegaba a enganchar un poco, y luego otro poco más. Finalmente te dabas cuenta de que el film se centra en la vida de un actor de cine mudo (que se llama George Valentin) antes y después de la llegada del cine sonoro. En pleno apogeo de su carrera él era un hombre rico y famoso, para luego acabar subastando sus efectos personales (tal como lo denominan en la peli) y con una vida bastante decadente. Por la otra cara de la moneda y al mismo tiempo tenemos a la chica, la otra protagonista, una tal Peppy Miller (sinceramente, no tenían mucha idea de que nombres poner porque Peppy Miller no queda nada bien, y George Valentin es una aberración.) Clásica joven recién llegada al mundo de luces, cámara y acción. Se enamora de G. V. (no volveré a pronunciar un nombre propio con tan poca buena sonoridad) y, mientras el baja escalones en la popularidad, ella los sube con bastante rapidez, hasta ser la chica estrella del cine sonoro. Cuando G.V. ya está harto, a perdido su vida y su fama y está sin blanca decide suicidarse. Prende fuego a su casa, usando como combustible todas sus películas. Solo rescata en la que aparece con P. M. Por pura casualidad del destino, la actriz le rescata y le cuida hasta que se recupera. Como sigue estando enamorada de él, convence al productor de la compáñía de cine (interpretado por John Goodman, y el criado de G. V. es el granjero de "Babe, el cerdito valiente", por si alguno le interesa) para montar un musical romántico con los dos actores. Y aquí tenemos al gran número final, un baile de la época (supongo que parecido al charlestón) que les debió de costar bastante imitar. Mientras que todo el film era mudo, en el momento en que acaba la actuación final se puede oir como el cine sonoro se a introducido por fin en la historia, ya que podemos oir perfectamente la repiración agotada de los dos actores después de semejante bailecito. Y ya está, el rescatado actor de cine mudo, el the artist, puede hablar. Y ahí acaba.
El perrito protagonista, Uggie.Para el que no me crea, os dejo el video con el final que os acabo de describir. Cabe destacar el parecido de la trama con el musical ya viejo de "Cantando bajo la lluvia". Son igualitos, incluso en el final. Pero a mi me parece mejor Cantando bajo la lluvia. Pero, ¿ sabéis que es lo mejorcito de toda la peli? Os lo digo yo. El perro. El inseparable perro de G.V. Ese tan simpático y gracioso que le acompaña siempre. Ese si que es un actor 10, y tiene más mérito que ninguno aunque solo sea porque se debió de aburrir mucho en el rodaje, total, a él no le iban a pagar.


 Bueno, creo que ya os lo he destripado bastante como para que no vayáis a verla, además ya la deben de haber sacado de cartelera porque esta entrada va con retraso. Que le vamos a hacer. By Carmen.

viernes, 23 de marzo de 2012

We are disculping with us (¡Lo sentimos!)

Estas dos últimas semanas han sido (al menos para Carmen y para mí) las de una maratón continua de exámenes, exámenes y más exámenes. Historia, lengua, naturales, francés, inglés, matemáticas,... Y eso, sumado a que supongo que a Carmen se le debe haber acabado el archivo de relatos y que (no sé por qué) el mal tiempo parece que nos deja sin ideas, hemos estado sin escribir nada estos días. ¡Perdonadnos, porfi!
Pablo.

Ahora voy yo. Es completamente verídico que estamos hasta los topes de exámenes. Lo que no es tan cierto es que se nos hayan acabado el archivo de relatos. Es tan sencillo como que no he escrito más porque tampoco he tenido tiempo. Pero tranquis todos, que ya tenemos como cinco borradores para futuros posts. Y creo que no queda más para decir, salvo que Sheila se ha tomado unas vacaciones imprevistas e inparlamentadas. Por lo tanto yo me tomo la libertad de decir que no preguntéis más por ella.
Saludos literarios y feliz finde lectores!!!! By Carmen

sábado, 17 de marzo de 2012

Pensamientos desde el portátil de mi casa 3 (o era 4?)

Hola queridos lectores!!! Quedan unos escasos 24 días (contando los fines de semana) para que se acabe este malidito trimestre y la presión se nota en las aulas, los exámenes de los últimos días, trabajos, evaluaciones....de los nervios que padecemos profesores y alumnos las paredes del instituto están empezando a derretirse. Mientras, los españoles y africanos (solo que los españoles ahora y los africanos siempre) esperamos encarecidamente que una gotita de agua se digne a caer sobre nuestros territorios caducifolios y mediterraneos, y si esa gotita llama a sus hermanas, mejor que mejor.

Y aquí estoy yo, esperando a que a alguien le caiga por ciencia infusa el teclear el nombre de este joven e inexperto pero entusiata blog. Por supuesto, si estáis leyendo esto es que, de una manera u otra, os ha caido por ciencia infusa. Mis más sinceros y cordiales saludos a los que plantean huelga general para el 29 de marzo, a los cuales reclamo e imploro que se amplie derecho a huelga a los 13 años. Felicitaciones también a todos los premiados por los premios "La he liado parda" de Asuntos Propios (¿otra vez voy a tener que repetir que es un programa de Rne que se emite de lunes a viernes en radio nacional de 4:00 a 7:00, presentado por Toni Garrido? ¿En serio que me vais a hacer repetirlo con la de veces que lo he dicho? Si es que Toni Garrido debería pagarme por la publicidad que le hago!!). Muchas gracias Pablo por colgarnos la lista de los premiados :D.
Para ser sinceros, esta entrada viene un poco atrasada, pero aprovecho para colgarla ahora, que me parece que está aceptable. Además os dejo un video que he sacado de la página web de mi instituto, creo que os gustará a todos porque es muy original.
Disfrutadlo, y haber si pronto os traigo la reseña de The Artist. By Carmen :D

miércoles, 14 de marzo de 2012

La invención de Hugo, el soñador de Melies, y mi madre

Hola queridos lectores!!! Ya conocéis mi costumbre de narraros mis experiencias cinéfilas, literarias y todo lo posiblemente extravagante. Pues hoy os traigo, un poco atrasada, que todo hay que decirlo, la reseña a mi manera de una película de cartelera que estuvo altamente nominada a los Oscars. Habréis observado también que a mi eso de los datos no me da más, os pido perdón por ello. Entrados en la sartén, vayamos al fuego queridos lectores:
                                          La invención de Hugo, el soñador de Melies y mi madre
El libro de la película
Escena de "El viaje a la Luna"
Va a hacer ya dos semanas se produjo un acto completamente inusitado en el historial findesemanaico (palabra inventada para la ocasión por Carmen Inventions S. A., obviamente, compañía patentada) de mi familia. Fui al cine con mi madre. Queridos lectores, permitidme haceros observar la connotación peyorativa que nos encontramos al decir "con mi madre". ¿Y por qué peyorativa? Yo lo considero así porque ella es del cine de la vieja usanza (lo suyo eran los cineforums de Avilés a los 11 años), y no te deja comer palomitas ni nada por estilo. Como mucho un caramelo de menta y p'alante (como hace Dickens). Esto conlleva más de una pelea en casa a la hora de ir al cine. Además, y habiendo propuesto yo esta película del director Martin Scorsese (o como se escriba, todos me entendéis igual), propuso ella informarse del tema. ¿Cúal es el tema de la película? Es un claro, maravilloso y más que necesitado homenaje al cine, centrandose en George Melies, mago y pionero del cinematógrafo. La cosa sucedió así: estábamos dando vueltas por la sección de audiovisuales de adultos de la biblio de Santa Nonia cuando, casualmente, me topé con un DVD que rezaba en su portada: "Melies, el mago del cine.", e iba acompañado del famoso dibujo de la luna con un cohete clavado en el ojo. ¿Por qué no lo llevamos y lo vemos mañana antes de ir al cine?, me dijo mi madre. A eso lo acompañamos con un paquete de palomitas de estas que son de colorines pero predomina el rojo porque son de azúcar (ya véis, en casa si que permite comer. Ya es algo). Tuvimos que verla por la mañana, interrumpiendo nuestra sesión de limpieza general, más característica del historial findesemanaico, por culpa de que mi padre no quería ver algo semejante a unas 15 películas mudas, y que duraban 3 minutos. Él quería ver una española. Al señorito hubo que traerle una española de los años 50-60, creo que era Historias de la Radio. Solo las españolas. Y los musicales ni verlos. En mi familia tenemos gustos muy dispares. Mi abuelo se decanta completamente por las del oeste, mientras que yo siento predilección por los musicales, comedias y de Hitckcotk y mi madre se queda con las históricas.

Volviendo al tema. Con las 15 pelis de Melies y un documetal como para Canal Historia, nos enteramos más de Melies y el cine que todos los que estuvieron en la sala del cine y el propio director. A mi manera de ver esto es lo que hace que a mucha gente no le haya gustado o le parezca sosa, el no estar bien informado.
Por la tarde pusimos rumbo a Espacio León a patita, porque mi madre también le quiere sacar partido a eso, así de paso caminamos, dijo la masoquista. Resultó que llegamos media hora antes y nos acercamos al único local abierto, el Burger King. Mi madre no entra en el Burguer King si no es que la arrastran o se lo piden mis primos pequeños. Pero justo coincidió que vimos un cartel anunciando capuccino descafeinado, y para allí que nos fuimos, a pasar el rato leyendo las dos Oliver Twist.
La película fue más bien larga y cabe destacar que la acción se sostiene más en las imágenes que en los diálogos. Sobre todo en el protagonista, Hugo, de lo cual lo más importante parece que son esos ojos morados que la cámara enfoca constantemente. Y luego tenemos a la protagonista, amiga y futura novia de Hugo, Isabel. No se como Scorsese pudo poner un personaje así. Con el tono jovial e ingenuo que le dan y la verborrea verbal que le provoca su aficción por los libros, el conjunto en completo queda como quien mezcla un bocadillo de nocilla con queso cabrales (me lo han hecho, y he tenido que tragarmelo,era horrible).
Lo que más me gustó con diferencia de la película es el personaje de Melies, del que ya sabía tanto. George Melies, en sí mismo, me pareció un soñador, alegre y vivaracho, todo un prodigio para su época.
La valoración conjunta que hicimos mi madre y yo de la película dió como resultado una calificación aproximada a un 8.
El creador de sueños
Luego ibamos a volver en bus porque ya era de noche y hacía frío pero hubo que fastidiarse porque el bonobus solo le quedaba un pase. Le dije a mi madre que nos fueramos antes de que me decidiera a usar yo ese pase. Y llegámos a casa a las nueve y media, después de soportar más viento y frío de lo que soportó Miguel Strogoff.
Como todos sabréis, o no, esta peli está basada en un libro, La invención de Hugo Cabret, que justo acaba de llegar a la biblio del IES Padre Isla, para el que lo quiera sacar. Mis más sinceros agradecimientos a mi madre por pagarme el cine y por la preparación cultural que siempre viene bien, por lo mismo aprovecho la ocasión para reinvindicar y suplicar que si la próxima vez podríamos tomar palomitas. Y por supuesto, queridos lectores, id a ver esta película porque si no, no serviría de nada que me haya puesto a hacer esto, habiendo renunciado así a estudiar los cretinos verbos de francés.
Cinéfilamente hablando, de vuestra corresponsal en Marte (hoy en la Luna). By Carmen :D

domingo, 11 de marzo de 2012

Oliver Twist


Oliver Twist, el musical

Hola queridos lectores!!! Como ya sabréis, este año, hace poquito, se ha celebrado un aniversario (ahora mismo no recuerdo cual) relacionado con el ilustre genio y figura hasta la sepultura, Charles Dickens. Para entender hasta donde iban mis conocimientos de Dickens, pongamos que relacionaba al gran escritor inglés con el papel que interpretaba Gonzo en "Cuento de Navidad de los Teleñecos", haciendo de Dickens (no puedo evitar ser una asidua a los teleñecos). También debo de haber visto el musical de Oliver Twist como 20 veces. Resultó que el desaforado DVD, tras ser recogido del popurrí de peliculas donde estaba inmerso, aterrizó en mi casa. De ahí acabó en mi caja de peliculas para llevar al pueblo, donde no había tele ni Internet, y pasé 15 días viéndomela entera hasta que me la aprendí de memoria y le cojí gran cariño (comentemos también que como musical tiene unos números buenísimos y se la recomiendo a todo el mundo que la vea en el popurrí de películas a la venta de un videoclub). Después de eso perdí la pista a la película y actualmente debe de haberse reencarnado en lo que demonios se suela hacer con los DVDs cuando se los recicla.
Esta lectura fue decidida en el Club de Lectura de mi instituto (Padre Isla, León), al cual pertenezco y del que recomiendo encarecidamente que os paséis por allí si no tenéis nada que hacer un jueves al mes de 5 a 6:30, más o menos. No es mucho pedir y lo pasamos bien (en realidad no tenéis ni la más mínima idea de lo genial que lo pasamos). Aprovechando que una librería nueva me pillaba de camino a casa, entré y vi, para mi deleite, una edición nueva de Oliver Twist, de estas que te traen en los márgenes laterales las palabritas raras y su significado. Misteriosamente surgió el dinero de mi bolsillo y la imperiosa necesidad de poseer ese libro. Así pues, lo compré junto con un lote de boligrafos de diferentes calibres, tipex y una libreta para mis concurridas actividades literarias y creativas.
La verdad es que es un libro largo. Eso me puso en alerta y dividí los 53 capítulos que tiene en 15 días que tenía para leerlo (con caculadora, claro, porque la cabeza me llega para pensar historias increíbles pero no para hacer una división tan difícil). En estos 15 días me enfrasqué en la lecturas en los recreos, clases aburridas, clases con profesores de baja y demás tipos de tiempo libre que una estudiante de 2º puede tener (pocos).
El denunciante de la realidad
Hemos estudiado en Literatura que no debemos confundir el autor y el narrador, pero la primera impresión que me produjo esta crónica de un chiquillo extraviado en el mundo real,  fue que el autor y el narrador eran el mismo. Toda la obra escuchando la voz de Dickens, irónica unas veces, apesadumbrada otras, narrarme las aventuras del que bien podría haber sido él mismo. Y es que Dickens pasó su infancia en un Londres pobre, trabajando en una fábrica de betunes y con sus padres en la cárcel. Las principales columnas sobre las que se basa la obra me han parecido que son el narrador, con su ironía y humor negro y estilo fluido, perfecto; y la historia que cuenta en si misma, ese cúmulo de desgracias que acontecen en los 2 años que debe de durar la acción, las adversidades que Oliver sortea conservando siempre ese corazón puro, sincero y bondadoso, hasta acabar en un final feliz. No sobra nada. Hay de todo. Aventuras, críticas, descripciones, misterio, suspense, risas y lágrimas. Dickens nos lleva del Londres de los ricos, admirando la eterna bondad y cariño de los que acogen al joven Twist, a los bajos fondos, horrorizándonos con la azarosa vida de toda clase de personajillos como rateros, peristas y ladrones, destinados a perecer en la horca. Parece que Dickens nos ha permitido ver las dos caras de la moneda y conocer la historia de un muchacho que puede que jamás se conociera. Pasas apuros cuando ves que lo van a juzgar como a un ladronzuelo o que vivirá esclavo del hospicio donde nació.
Con ilustraciones de la época
Una de las grandes sorpresas de la novela fue, sin duda alguna, el vocabulario. Con palabras técnicas y buensonoros (palabra inventada para la ocasión) vocablos de sobra, en el momento en que entran en escena los habitantes de los barrios pobres comenzamos a ver abreviaturas como "derribao", "p'alante", palabras que en el diccionario vienen como coloquiales, marginales, argots (for example: queli, diñar, jalar, manduca), para luego pasar a los "mecaguen" y los "tío". Y un selecto grupo de maldiciones a las que Dickens se tomó la molestia de eliminar las palabras malsonantes. Es todo lo que nunca me atrevería a escribir en un texto literario serio, y no porque no quisiera. Tal vez por eso, y aunque es seguro que se hablaba aquello y más, te sientes identificada con la narración que no excluye ese vocabulario para pintar una situación mejor. Las cosas como en la realidad, se lo ruego a todos los escritores famosos.
No os quiero destripar la historia, eso estaría muy mal de mi parte, mejor espero (más os vale porque he perdido un tiempo precioso en escribir esto, he llegado a casa y es lo primero que he hecho, ni siquiera me he quitado los zapatos) que vayáis a la biblioteca/librería más cercana y os hagáis con un ejemplar. Si notas que sientes el fulgurante deseo de poseer el libro y este parece que te llama con una vocecita traidora que te ordena que no te fijes en el precio, entonces es que os va a gustar tanto como a mi.
Feliz lectura!! By Carmen :D

Tolomeo y Marieta

Hola queridos lectores!!! Bueno, tras una semana de construcción de este relato aquí os lo presento, recién acabado. Es muy de mi estilo :D. Como veréis, últimamente estoy colgando muchos relatos, son todos los que tengo amontonados, y más que colgaré! Y si alguno se pregunta que demonios ha pasado con Sheila (3º colaboradora de este blog, para el que no se acuerde), que sepa que yo también me lo pregunto y se lo pregunto every days. By Carmen :P
                                          Tolomeo y Marieta

Érase una vez, hace mucho, muchísimo tiempo, dos jóvenes pasaron a la historia por su amor imposible. ¿Queréis conocer su historia, queridos niños? Entonces os diré que nuestros dos protagonistas vivían en un pueblecito de España llamado Villaverona del Río. No desgastéis vuestros ojos buscando este pueblo en el mapa, ya que un terrible e inesperado terremoto lo borró de la faz de la Tierra, hace ya varios veranos.
Por aquel entonces los hombres y mujeres eran apacibles y hogareños, no como en tiempos actuales. Se contentaban con cuidar su ganado, trabajar en la huerta y jugar al dominó en el bar del pueblo. Pero también tenían sus picas, como las que enfrentaban a dos familias tan conocidas como los Capuletez y los Montesquez. Estas pullas venían durando desde muchos años atrás, tantos que ni los más viejos del pueblo lo recordaban. Algunos decían que era por un burro que un Montesquez había robado a un Capuletez, otro porque los Capuletez habían movido el hito que delimitaba los campos de cultivo a su favor, e incluso había algunos que defendían que una vieja bruja que pasó por el pueblo les había echado un mal de ojo a las dos familias. Pero, fuera lo que fuese, los Capueletez y los Montesquez no podían verse ni el peluquín. Y esto era terriblemente malo, ya que las dos familias compraban en la misma tienda de peluquines. Por eso los Montesquez se enteraron de la fiesta de los Capuletez. Y esa información pasó de boca en boca por toda Villaverona del Río hasta que llegó a los oídos de Tolomeo Montesquez.

Tolomeo Montesquez era, para qué vamos a engañarnos, el muchacho más raro de todo el pueblo. Siempre encerrado en casa. Cuando todos los demás jóvenes se divertían por las calles, él estaba probando cualquier nuevo sulfato para los campos de su padre. Todo un científico, como Einstein, claro que Einstein no estaba ni en la lista de próximos nacimientos por aquella época. Además tenía cierto cariño a los venenos. Un poco desequilibradillo mental el pobre, siempre amenazaba con suicidarse si algo le producía demasiada congoja. Ello hacía que siempre tuviera a mano un buen veneno para quitarse la vida todo lo poéticamente que él quisiera y pasar a la historia como el insigne científico nunca descubierto. Su complexión física era la de una ardilla atropellada. Ojos demasiado saltones, pulso tembleque y un peculiar tic en las manos que impedía que estuviera quieto un momento. Las crónicas contaron de él, sin embargo, que fue un muchacho vivaracho, fuerte y alto, vigoroso y carismático. Todo falso. Queridos niños, nunca os fiéis de alguien que se haga llamar “Chéspir”.

Así pues, Tolomeo se enteró de la fiesta de los Capuletez. ¿Y por qué fue a la fiesta si nunca salía de casa? Pues, según me han contado mis corresponsales en Villaverona del Río, fue porque últimamente los campos de los Capuletez estaban más fértiles que los de los Montesquez, y Tolomeo sospechaba que detrás de aquello había un nuevo sulfato.
Se coló fácilmente en la fiesta, al fin y al cabo, ambas familias llevaban los mismo peluquines y no se distinguían mucho. ¿Y qué diréis que pasó cuando llegó allí? ¿Acaso los Capuletez le habían tendido una emboscada y ahora iban a envenenarle? ¿Se confundió y fue dos horas antes de que empezara la fiesta? Mucho peor queridos niños, mucho peor. ¡Se enamoró! Y de la dulce Marieta, nada menos. De aquella musa de los ingenios, de aquella Afrodita mortal. Realmente las facciones de Marieta eran el vivo reflejo de la perfección, y su cutis no esbozaba ni un grano, ni una espinilla, ni una sonrisa. Toda una calamidad.
El único problema era la ropa. O más bien, la talla de la ropa. Porque Marieta, como hija de ganaderos que era no había escatimado ni un segundo en comerse toda la carne, panceta, jamón, chorizo, tocino y demás alimentos altamente calóricos acompañados, por supuesto, con buenos cocidos y guisos. Y claro, tenía unos niveles de colesterol…Así que estaba, más bien, lo que se conoce como rellenita. Pero eso no estropeaba para nada su carisma intelectual, altamente reforzada por el enorme garbanzo que tenía por cabeza. Solo una pasión ocupaba su alma: la costura. Le apasionaba tejer. Bufandas, vestidos, mantas, patucos…de todo. Incluso pensaba poner una tienda de lanas (Marieta Telas), que, con un poco de suerte, llegaría a ser una importante sucursal de su floreciente imperio de costura (entonces se llamaría Marieta Telas S. A.).


Como hemos dicho, Tolomeo y Marieta se enamoraron en lo que se conoce como un flechazo a primera vista. Pero sus familias estaban destinadas a no entenderse desde la noche de los tiempos, y mucho menos se entendería por razones tan nimias como el fulgurante amor de unos jovenzuelos excesivamente apasionados. Por eso, Tolomeo y Marieta (o Marieta y Tolomeo, que no haya discriminación de sexo en la literatura, por favor) decidieron verse y mantener su amor en secreto.
Así pues, todos los días de la semana y algunos más se veían en el balcón de Marieta, suspirando el uno por la otra y viceversa, esperando como quien espera la muerte, solo que en este caso era el amanecer matutino que los separaría. Puesto que solo estaban seguros cuando una tenue luz violeta cubría el cielo y, allá a lo lejos se oían los románticos y gráciles gorgoteos de los cerdos y borricos de las granjas. Sí, queridos niños, cerdos y borricos. Y es que el amor no solo ciega, sino que también deja más sordo que una tapia y reduce la expresión facial a un estúpido estado vegetal (a saber, entre tomate maduro y berenjena de huerta). ¡Y no hablemos de las muestras de las conversaciones tan coherentes y explícitas que nos proporciona este cacareado sentimiento!
- ¡Oh, Tolomeo querido! ¿Ya te quieres ir? ¿Ya pretendes abandonarme?
- Es preciso que me vaya, Marieta, pronto será completamente de día y tus padres no deben verme aquí.
- ¡No, aún no es de día!
- Te digo que sí, ¿no ves el sol?- insiste Tolomeo
- Que no.
- Que sí.
- Quédate o me moriré de tristeza.- replica Marieta ofendida por la oposición a su criterio.
- Ya me da igual que me maten, por complacerte haría cualquier cosa.
- ¡No! Márchate, fuera, ya estás tardando. ¿No ves que si te encuentran aquí te matarán?
- Me da igual. Me voy a quedar.- predice Tolomeo resignado.
- Que no.
- Que sí.
- Ya es de día, pronto el trajín volverá a la casa y todos despertarán – informa la criada de Marieta.

Y entonces los enternecidos jóvenes se ponen por fin de acuerdo y se despiden entre trágicas palabras y pensamiento de añoranza. Por supuesto, “Chéspir” hizo que esta cándida escena del balcón quedara reluciente a los ojos de los no conocedores de la historia real.
La cosa continuó así hasta que el padre de Marieta decidió casar a su hija con el hijo del alcalde. Obviamente, la muchacha se negó. Derramó mil lágrimas para evitar el futuro enlace pero todo fue en vano. Por eso Marieta acudió al cura del pueblo, un tal Lorenzo. Este, más inteligente que los dos jóvenes, que veían mermadas sus capacidades intelectuales por el idílico romance que vivían, trazó un plan para sortear todos los inconvenientes y construir un final feliz tipo cuento de hadas. Y quién sabe, tal vez lo hubieran conseguido en la realidad (tan probable como que esta historia existiera), pero como el asunto que nos ocupa es una pura tragedia no podía suceder así. El plan consistía en que Marieta aceptara el enlace, pero días antes de las nupcias moriría inesperadamente. Eso es lo que pensaría todo el mundo y lo que sucedería en la realidad era que Marieta se tomaría un somnífero que la haría despertar cuando ya la creyeran bien muerta. Por otro lado, Tolomeo sería informado por una carta llevada por el más veloz mensajero en la que se explicaría el plan y donde se acordaba reunirse con Marieta en Valdematua del Monte, para quedarse a vivir allí y escapar de sus familias.
Trazado el plan y con Marieta muerta (dormida), al cura solo le quedaba mandar la carta a Tolomeo. Pero, ¿cuál sería el mensajero indicado, al que ni la tormenta ni el cansancio conseguirían parar? Al principio se pensó en Miguel Strogoff pero como el presupuesto de la parroquia no llegaba para traer al correo del Zar desde Moscú hasta Villaverona del Río, y mucho menos llevarlo de vuelta, hubo que conformarse con el primero que pillaron. Aquí es donde se consolidó la gran catástrofe. Claro está, el mensajero no llegó a tiempo para entregarle la famosa carta a Tolomeo y este pensó que su amada había muerto. Apresuradamente se dirigió a donde estaba el cadáver de Marieta (misterio sin resolver: a Marieta, aunque todos la creyeran muerta, ninguno se esforzó en enterrarla) para despedirse de ella por última vez. No se lo había acabado de creer, pero cuando vio a la difunta decidió hacer lo que nunca se había atrevido a llevar a cabo: cumplir su promesa de que moriría envenenado con su veneno casero a base de las sobras de puré de verduras destilado. Así pues, pasó a formar parte del verdadero corral de los quietos esperando poder reunirse allí con su querida Marieta.

Al cabo de morir Tolomeo, se despertó Marieta de su supuesta muerte. Y también llegó allí el cura, para explicar de alguna manera factible como, por culpa de un mensajero inútil, el plan estaba hecho trizas, Tolomeo muerto del todo y que el pueblo al completo se había enterado del romance secreto, mientras que los Capuletez y los Montesquez amenazaban con provocar la 3º Guerra Mundial. Que papelón, ¿verdad queridos niños?
El enfado que cogió Marieta solo es cuantificable con  la teoría de la relatividad de nuestro ya citado Einstein (e=mc2, oseasé: enfado igual a Marieta cabreada al cuadrado). Al contrario que Tolomeo, a nuestra protagonista no le vinieron ningún tipo de ansias de suicidio ni sensaciones incompatibles con la vida. Más bien comenzó a gritar, se enrojeció, empezó a echar espuma por la boca y demás síntomas de sueños perfectos rotos. Prometió que se vengaría del cura Lorenzo, de los clásicos amores imposibles y de “Chéspir”.
Luego se fue a todo correr y se le perdió la pista durante años. Tolomeo fue enterrado en Villaverona   del Río, bajo una placa que decía: “Al insigne científico nunca descubierto, de su pueblo y con toda la amabilidad posible que se puede tener hacía uno de los causantes del conflicto armado entre los Capuletez y los Montesquez”. De Marieta se sabe hoy en día que se fue a Rusia, allí se encontró a Miguel Strogoff y se casó con él, olvidando por completo a Tolomeo. De esta forma consiguió asesinar al cura Lorenzo en el asesinato más cacareado del año, cumpliendo su primera venganza. Para arruinar a “Chéspir” comercializó los videojuegos, haciendo así que se dejara de leer al dramaturgo inglés. Y para vengarse de los clásicos amores imposibles que tan empalagosos y aburridos acaban resultando a los lectores, me llamó a mi y me pidió que escribiera esto, a ver si con un poco de suerte se daba a conocer la verdadera historia de Tolomeo y Marieta (o Marieta y Tolomeo) y de paso, con lo que ganara yo con este cuentecillo les sacaba a ella y a Miguel Strogoff de la cárcel por el asesinato del cura Lorenzo.
Y eso es lo que he hecho, así que los interesados en sacar a estos personajillos míos de la cárcel, no olviden contribuir con el saludable propósito de este relato riéndose un poco.

                                                            PUNTO Y FINAL.

Memorias de una papelera

                                         Memorias de una papelera

La mía no es una historia reluciente. Desde que nací, estuve destinada a estar rodeada de basura. Incluso mis padres, a los que no llegué a conocer. Mi padre fue un carro de la compra de los supermercados y mi madre una lata de refresco. Nunca he conocido a nadie que me quisiera. Solo Manuel hacía llevadera aquella eterna espera que culminaba siempre con la llegada del verano.
Estaba anclada a una calle en la que había un colegio. Todos los días esperaba como aquellos pequeños monstruitos vinieran a darme patadas y desahogaran su ira conmigo. Intentaban meter en mí sus briks de zumo, me pintaban y me daban la vuelta para que se me cayera toda la basura al suelo. Todavía recuerdo cuando una noche de fiesta vinieron unos degenerados y me prendieron fuego. Fue espantoso. Primero pusieron petardos dentro de mí, y luego tiraron un mechero encendido con papeles de periódico. Si Manuel no hubiera llegado a tiempo, yo no estaría aquí contando mi vida. ¿Qué había hecho para merecerme aquello?
Cuando el recreo pasaba y los niños volvían al silencio de sus aulas, yo me tomaba un respiro. Inventaba juegos para mi misma, y ya que no me podía mover, todos ellos estaban ligados a la observación. El que más tiempo atrajo mi atención fue el Juego de las Hojas. Solo podía jugar en las lúgubres tardes otoñales, pero la distracción que me producía valía la pena. Consistía en fijarse en una hoja en concreto y ver a lo largo de la jornada como iba cambiando de color…verde, amarillento, ocre, y por fin marrón. Entonces la hoja caía al suelo. Hoja que veía, hoja que apostaba el tiempo que tardaría en caer. Una vez, en la jornada más productiva, llegué a contar 3.795 hojas en un solo día. Todo un récord. Por las noches, sin luz para ver las hojas, me distraía con el mismo método aplicado a las estrellas. En algún sitio había oído decir que ellas también morían, y todas las noches esperaba, expectante, a que alguna de ellas cayera. De vez en cuando lo conseguía, y el corto pero intenso brillo de una estrella fugaz se reflejaba en mis ojos de papelera.
Por las tardes, cuando los niños se iban a sus casas y el patio quedaba inmerso en una sobrecogedora quietud, llegaba Manuel. Entonces, un poco más animada, charlaba con él mientras me sacaba la basura que llevaba aguantando todo el día. Manuel era el barrendero, pero no siempre lo había sido. Estaba allí por cometer un homicidio no intencionado, eso me dijo. También me contó que aquello eran trabajos a la comunidad. Decía que tenía mucha suerte de no estar en la cárcel o en un psiquiátrico. No le gustaban esos sitios. Solía comentar que eran tristes y grises. Por supuesto, yo no sabía que era aquello, y tampoco ahora lo sé, pero creo que no es nada importante.
Excepto por aquellas horas de alegría, yo era una papelera muy triste. Es cierto que había papeleras peores, pero el egoísmo me cegaba. Era muy orgullosa. Yo había nacido para ser una artista, alguien a quien los demás debían de admirar, y no despreciar. Yo debería haber sido una delicada rosa. Realmente me sentía una papelera muy desdichada. Lo que más me dolía era que no servía para nada. Ningún transeúnte tenía la delicadeza de depositar su basura en mi interior. Todos preferían tirarla al suelo. Además de desdichada, inútil.
Una vez incluso intenté suicidarme. Fue cuando las fiestas de Carnaval de un año cualquiera. Yo le había oído decir a Manuel lo que era suicidarse y me pareció que podía intentarlo. Aproveché que esos días se habían aflojado los tornillos de mi base por unos balonazos. Cuando pasó el camión que traía el escenario para la fiesta del colegio, haciendo un gran esfuerzo, me volqué hacía el camión, intentando calcular la distancia para que me atropellara. No consiguió arrollarme del todo, pero le rompí una rueda. Manuel se enfadó mucho conmigo.
Tan solo cuando el caluroso verano llegaba podía descansar. Todos, niños y mayores, se iban a los pueblos o lugares más atractivos para divertirse. Solo yo me quedaba, viendo como me mi pintura se derretía.
Un día, sin que yo supiera nada, vinieron unos hombres con monos naranjas. Se encaminaron muy serios hacía mi y comenzaron a desatornillarme del suelo. Yo quería impedirlo, les gritaba, pero no me oían. Me tiraron en una esquina del camión con el que habían llegado. A mi alrededor había latas de conserva usadas, metales viejos y otras cosas. Estaban todos muy sucios y destartalados. Me miré. Ya no era del bonito gris plateado del principio. Ahora era de un ocre correoso y oxidado. Las partes que no estaban oxidadas tenían grabados y pintadas que tampoco me daban mejor presencia. Seguro que me estaban retirando para continuar mi azarosa vida en un desguace cualquiera. Creo que me llevaron a un edificio muy grande. Cuando llegué allí no quise ver nada más. Solo cerré los ojos. Lo entendí al instante. Me iban a sacrificar. En un último auge de autoestima, me sentí orgullosa de haber sido, por lo menos, una papelera clásica, y no una de esas presumidas papeleras de diseño a las que nunca nadie hace caso.
Luego sentí como las rudimentarias partes por las que estaba formada se retorcían, encogían y ensanchaban. Escuché un zumbido insufrible, pero ya daba igual pues mis oídos de papelera estaban destrozados. “Adiós Manuel, siempre recordaré cuando venías en Navidad y me traías una taza de chocolate caliente. Adiós hojitas, que tantas veces os vi caer de vuestros árboles para luego desaparecer. Ahora soy yo la que se va. No os olvidéis de mí. Recordad que las basuras que más me gustan son los plásticos, que odio que jueguen a encestar briks de chocolate conmigo, que una vez conté 3.795 hojas en un solo día, y que soy una papelera desgraciada, muy desgraciada, pero con dignidad. Decid de mí que mi mayor sueño fue poder moverme, a ser posible muy rápido. Adiós mundo cruel, hoy muere una estrella nunca descubierta.”

Y ahora aquí estoy. He aprendido que el fin de algo no es siempre el “the end”. También puede ser un “to be continued”. Solo me reciclaron. Tuve mucha suerte, a muchas otras las funden. Ahora formo parte de uno de esos bólidos que salen en las carreras de Fórmula 1. Tengo muchos amigos. Sin ir más allá, el motor y las bujías. Ahora me cuidan y me limpian mucho. Jamás pensé que podrían llegar a cuidar tanto y tan bien a un pedazo de metal con sentimientos. Es cierto que hecho de menos a Manuel, pero de vez en cuando le envío una postal desde Italia y le digo que no me he olvidado del chocolate caliente que me traía por Navidad. He cumplido mi sueño, ahora puedo moverme, y mucho. Soy muy feliz. He comprendido que la vida sigue girando. Y yo tengo que girar con ella. Es la moraleja de mi vida.

                                                           PUNTO Y FINAL.

Espero que os guste. By Carmen :D

El barco, el marinero y Eva

El marinero, el barco y Eva

Eva siempre me despertaba ahogándome. Desde que empecé a dormir allí, Eva me despertaba todos los días al alba clavando sus finos dedos en mi garganta. Inmediatamente abría los ojos y me incorporaba. Era cuestión de segundos morirme o coger aire a tiempo. Sucedía así todas las mañanas.
Aún hoy no sé por qué lo hacía. Tal vez porque temía que no me despertase nunca del sueño en el que estaba sumido. Quizás porque odiaba cuando me olvidaba de ella. Quien sabe, ¡era tan imprevisible!
En el momento en que tomaba la primera bocanada de aire fresco del día, Eva dejaba de asfixiarme. Se daba cuenta de que ya no podría volver a dormirme en todo el día, ya no la podría abandonar. Entonces me levantaba, me vestía, tomaba un breve desayuno y salía a la cubierta a ver que tal estaba la mar aquel día. ¿A qué tierras desconocidas me llevarían sus olas?
Mi hogar, mi pequeño barco, es mi más preciada posesión. A nadie parecía importarle, todos me tomaban por un mentiroso. Pero a mí me daba igual, mientras tuviera mi barco, me daba igual. Me lo había regalado un viejo marinero en el puerto del que partí. Era ya muy anciano, su pelo blanco ondeaba al son del viento marino y el humo que salía de su pipa ascendía al cielo formando columnas grises. Cuando llegué, sus ojos entrecerrados, como los de un gato, se fijaron en mí. Me dijo, con voz ronca:
-Muchacho, he aquí tu barco. Te llevará a todos los lugares que puedan existir y soportará todas las tormentas siempre que tú seas su capitán.  Aquí tu imaginación será libre, porque esta es su casa. Sí, tú eres el dueño de este barco.
-¿Cuánto me costará?
- Nada. Cada vez que alguna tabla se rompa o las velas se rasguen, sufrirás por él, ese será el precio. Y la ganancia será que aprenderás a repararlo.
- ¿Y qué nombre tiene, porque un barco tan maravilloso ha de llamarse de alguna forma, no?
-  Eso debes descubrirlo tú.
- Sueño. Solo puede llamarse Sueño.

Le puse nombre a todos los objetos del barco a medida que los iba conociendo,  porque así los hacía completamente míos puesto que no habría otro barco que tuviera objetos del mismo nombre. A la vela la llamé Esperanza; al timón, Valiente; al puesto del vigía, Libertad; al cuaderno de bitácora donde apuntaba lo bueno y lo malo, las victorias de mi barco y sus errores, Dignidad. Me pareció justo que se llamaran así. Desde ese día he navegado por mil mares y atracado en mil puertos. He vivido mil aventuras y aún sé que me quedan muchas más por vivir.
Además, me gusta escribirlas. Es mi pasatiempo favorito, no puedo evitar ponerme a narrar las aventuras del día antes de dormirme agotado por la intensidad de la jornada. Mis amigos me decían que tenía una imaginación insuperable y que algún día sería un gran escritor. Ciertamente, mis historias hacían las delicias de los mayores y pequeños, pero no eran más que eso, historias. Cuando intentaba hacer que alguien me creyera, que creyera que había vivido aquello de verdad, que lo mío tan solo era un trabajo de cronista personal…obtenía como respuesta cualquier excusa. La mayoría de las veces me recordaban que el día de los Inocentes ya había pasado. Y allí me quedaba yo, con mis folios repletos de historias garabateadas rápidamente a lápiz y con afán de reconocimiento, pero solo historias.

Todo siguió así hasta los 11 años. Entonces ya nadie me tomaba en serio, se limitaban a ignorarme. Mis padres, divertidos al principio con mi extraordinaria imaginación, decidieron llevarme a un especialista para que acabara con mis “pesadillas que me convertían en un niño aislado”.
Recuerdo la sesión final. Mi psicóloga, una mujer joven, me miraba atentamente. Desde entonces siempre he desconfiado de los psicólogos, cualquier movimiento, gesto o mirada bastaba para ponerles sobre la pista de tus emociones y pensamientos. Mis padres estaban sentados detrás de mí y me miraban con ojos dulzones. Un sol de marzo entraba por la ventana de la habitación dando vida a todos los coloridos dibujos que estaban colgados en las paredes. Pertenecían a los demás niños que asistían al psicólogo.
La doctora empezó a hablar mientras miraba las anotaciones de las sesiones anteriores.
- Según lo analizado hasta ahora, dices que todas las noches empiezas a soñar que te despiertas en un barco mientras Eva te ahoga. El barco va a la deriva por un mar desconocido y tú lo controlas. Todas las noches sueñas con alguna aventura, ¿no? Cuando te despiertas, la escribes. Es eso, ¿no? ¿Por qué Eva siempre te despierta ahogándote? ¿No es desagradable?
- No. Eva siempre me despierta así porque tiene miedo de que no me vaya a despertar nunca, de que me quede aquí atrapado para siempre. No puedo culparla, yo también estaría preocupado.
- Y dime, ¿no crees que Eva tiene algo que ver con que seas adoptado? ¿No echas de menos a tu madre?- alcancé a ver como mamá entornaba los ojos.
- No. No tiene nada que ver con eso.
- Bien…-garabateó algo en una nueva hoja y prosiguió- todas esas aventuras que luego escribes se parecen mucho a las que hay en los libros, y a ti te gusta mucho leer. ¿No crees que sueñas eso por que lo has leído y te gustaría vivirlo?
- ¿Cómo le pasó a Quijote? Puede ser. Pero yo te digo que las vivo de verdad.
- Cariño, son solo producto de tu imaginación, ese mundo que nos cuentas a tus padres y a mí no existe. Eva no es real.
- ¡Pero si te estás contradiciendo tú misma!
- ¿Por qué? ¿Quieres decirnos algo?
- ¿Por qué nadie lo entiende? ¡Eva es mi imaginación!

Me dieron el alta aquella misma tarde. En efecto, fui un gran escritor. Todo el mundo pensó que yo tenía una imaginación grandiosa. Y así fue. Todo por coger este barco. Supongo que tu no te negarás a cogerlo, ¿verdad?

Cuando el viejo marinero que custodiaba aquel barco misterioso acabó su relato, yo estaba confusa, muy confusa. Había escuchado cómo me contaba su vida y andanzas y realmente lo que contaba de aquel barco al que había llamada Sueño, era fantástico. Y ahora me proponía a mí ser su capitana. Como si le estuviera diciendo a Alicia que se tirara por la madriguera que la llevaría al País de las Maravillas. No sé por qué lo hice. No sé por qué acepté el barco que aquel marinero en tierra me ofrecía y me hice a la mar, a aquella mar desconocida para mí.

                                                        PUNTO Y FINAL.


Otro relato mio, espero que os haga volar la imaginación!!! By Carmen :D

Asesinato en Ordoño II Street

Hola queridos lectores!!! Bueno, aún no se ha secado la tinta negra del boli, y ya estoy aquí tecleandoos este nuevo relato. Si alguno se pregunta por este inusitado hecho que es el que escriba tantos relatos (creézme, normalmente soy más vaga), podrá hallar la respuesta entrando en la página web de Coca-Cola y posando sus ojos en el apartado que dice "Concuros de relato corto Jóvenes Talentos". Y como estoy apuntada a este concurso, cuya prueba se celbrará el día 23 de marzo, la profe de Lengua me ha dicho que me ponga a escribir relatos como si fuera Lope de Vega. Que la lectura os propocione un buen rato, y si puede ser, unas risas. By Carmen :D

                                                   Asesinato en Ordoño II Street


Nunca le gustó. Desde el día en que llegó a casa. Era demasiado adorable para quererlo. Pero los demás no pensaban igual. Total, no daba mucho trabajo, solo ponerle la comida. Por la mañana, cuando su familia no le visitaba y las calles estaban vacias, se sentía el rey de la casa. Solo él y su enemigo. Todos los días, al levantarse, le cuidaba. Le pondía la comida como se la pondría su madre. Le atendía en todo lo que necesitaba. Aún se preguntaba como su enemigo no le odiaba. No debía de ser muy cómodo tener unos ojos clavados en cada movimiento.
Si alguien le hubiera preguntado a Tomás Buovilla por qué no le gustaba del nuevo inquilino, no habría sabido qué decir. Tal vez porque le había robado a su familia, quizás por aquellos aires de superioridad que tenía. Pero nadie se lo preguntaba. Tomás Buovilla casi nunca salía de casa. Tan solo para comprar diariamente el periódico. Por eso a su hijo se le había ocurrido traerle a él. Compartir el piso con aquel ser era lo último que el señor Buovilla hubiera querido. Por eso decidió matarle.
La primera vez se esforzó mucho en la preparación, tal vez demásiado. A Buovilla le encantaban las novelas de asesinatos. Adoraba aquella precisión con la que los asesinos mataban a sus víctimas. Y Tomás Bouvilla no quiso ser menos.
Se levantó temprano, antes que su compañero. Desayunó frugalmente y dejó los cacharros sucios en el lavabo. Luego cogió un cable de la electricidad de sus tiempos de electricista y lo ató entre una toma de la corriente eléctrica y la pata de una silla. Se aseguró de que por el cable pasaba suficiente corriente eléctrica para matar, por lo menos a alguien medianamente débil. Detrás, en la mesa, colocó el desayuno de su enemigo. Aquel día dejaría de compartir su casa. Borró las huellas con el paño de la cocina cuidadosamente. La verdad, nunca le habían gustado los tipos como el nuevo inquilino. Se puso el abrigo. De un viejo cualquiera a un asesino. Cogió la bolsa de la basura.  Nadie sabría que había sido él. Cerró la puerta.
Cuando volvió, cinco horas después, esperaba encontrase al nuevo inquilino tirado en el suelo, elesctrocutado. Y sin embargo, allí estaba el maldito, dormitando en su vieja butaca. Tomás Buovilla corrío a la cocina y descubrió el desayuno intacto.
Aquel fue el primer eslabón de una cadena de asesinatos fallido. Cualquiera habrí dicho que tenía siete vidas. Sobrevivía a todo. Axfisia, ahogo, quemaduras...hasta que el señor Buovilla se hartó. Decidió matarlo a sangre fría. Al fin y al cabo, lo que importaba era verlo muerto, ¿no? Porque Tomás ya no soportaría una tarde más en la que su nieta haría caso al nuevo inquilino y él se quedara leyendo, como un viejo gruñón. Por cierto, ya debía de estar a punto de llegar...
El nuevo inquilino estaba sentado en su butaca, viendo la televisión. Tomás Buovilla abrió el cajón de los cubiertos y sacó el cuchillo más afilado qeu tenía. Se aproximó a su víctima. Allí acabaría su desgracia. "Pagarás caro por robarme a mi familia" Si esa vez no lo conseguía, acabaría por volverse loco. Levantó el brazo empuñando el cuchillo. Por la ventana se colaba paulatinamente un rayo de sol. Pronto la ventana estaría manchada de sangre. Ya nada podía parar a Tomás Buovilla. Iba a matar de una vez por todas a aquel maldito gato.
Entonces, cuando el brazo del hombre mayor que estaba en aquel salón se aproximaba a la velocidad de la luz hacia aquel gato color canela, cuando el tiempo se fundía en el espacio, se oyó como se habría una puerta.
- ¡No! ¡Abuelo, no mates al Señor Bigotes!

Tomás Buovilla siempre se reía mucho cuando se acordaba de aquello. ¡Él, un asesino! ¡Él, matando sangre fría! Todos reían cuando aquel apacible anciano les contaba aquella vieja historia, mientras acariciaba a uno de sus siete gatos.
                                                        PUNTO Y FINAL.