domingo, 11 de marzo de 2012

Oliver Twist


Oliver Twist, el musical

Hola queridos lectores!!! Como ya sabréis, este año, hace poquito, se ha celebrado un aniversario (ahora mismo no recuerdo cual) relacionado con el ilustre genio y figura hasta la sepultura, Charles Dickens. Para entender hasta donde iban mis conocimientos de Dickens, pongamos que relacionaba al gran escritor inglés con el papel que interpretaba Gonzo en "Cuento de Navidad de los Teleñecos", haciendo de Dickens (no puedo evitar ser una asidua a los teleñecos). También debo de haber visto el musical de Oliver Twist como 20 veces. Resultó que el desaforado DVD, tras ser recogido del popurrí de peliculas donde estaba inmerso, aterrizó en mi casa. De ahí acabó en mi caja de peliculas para llevar al pueblo, donde no había tele ni Internet, y pasé 15 días viéndomela entera hasta que me la aprendí de memoria y le cojí gran cariño (comentemos también que como musical tiene unos números buenísimos y se la recomiendo a todo el mundo que la vea en el popurrí de películas a la venta de un videoclub). Después de eso perdí la pista a la película y actualmente debe de haberse reencarnado en lo que demonios se suela hacer con los DVDs cuando se los recicla.
Esta lectura fue decidida en el Club de Lectura de mi instituto (Padre Isla, León), al cual pertenezco y del que recomiendo encarecidamente que os paséis por allí si no tenéis nada que hacer un jueves al mes de 5 a 6:30, más o menos. No es mucho pedir y lo pasamos bien (en realidad no tenéis ni la más mínima idea de lo genial que lo pasamos). Aprovechando que una librería nueva me pillaba de camino a casa, entré y vi, para mi deleite, una edición nueva de Oliver Twist, de estas que te traen en los márgenes laterales las palabritas raras y su significado. Misteriosamente surgió el dinero de mi bolsillo y la imperiosa necesidad de poseer ese libro. Así pues, lo compré junto con un lote de boligrafos de diferentes calibres, tipex y una libreta para mis concurridas actividades literarias y creativas.
La verdad es que es un libro largo. Eso me puso en alerta y dividí los 53 capítulos que tiene en 15 días que tenía para leerlo (con caculadora, claro, porque la cabeza me llega para pensar historias increíbles pero no para hacer una división tan difícil). En estos 15 días me enfrasqué en la lecturas en los recreos, clases aburridas, clases con profesores de baja y demás tipos de tiempo libre que una estudiante de 2º puede tener (pocos).
El denunciante de la realidad
Hemos estudiado en Literatura que no debemos confundir el autor y el narrador, pero la primera impresión que me produjo esta crónica de un chiquillo extraviado en el mundo real,  fue que el autor y el narrador eran el mismo. Toda la obra escuchando la voz de Dickens, irónica unas veces, apesadumbrada otras, narrarme las aventuras del que bien podría haber sido él mismo. Y es que Dickens pasó su infancia en un Londres pobre, trabajando en una fábrica de betunes y con sus padres en la cárcel. Las principales columnas sobre las que se basa la obra me han parecido que son el narrador, con su ironía y humor negro y estilo fluido, perfecto; y la historia que cuenta en si misma, ese cúmulo de desgracias que acontecen en los 2 años que debe de durar la acción, las adversidades que Oliver sortea conservando siempre ese corazón puro, sincero y bondadoso, hasta acabar en un final feliz. No sobra nada. Hay de todo. Aventuras, críticas, descripciones, misterio, suspense, risas y lágrimas. Dickens nos lleva del Londres de los ricos, admirando la eterna bondad y cariño de los que acogen al joven Twist, a los bajos fondos, horrorizándonos con la azarosa vida de toda clase de personajillos como rateros, peristas y ladrones, destinados a perecer en la horca. Parece que Dickens nos ha permitido ver las dos caras de la moneda y conocer la historia de un muchacho que puede que jamás se conociera. Pasas apuros cuando ves que lo van a juzgar como a un ladronzuelo o que vivirá esclavo del hospicio donde nació.
Con ilustraciones de la época
Una de las grandes sorpresas de la novela fue, sin duda alguna, el vocabulario. Con palabras técnicas y buensonoros (palabra inventada para la ocasión) vocablos de sobra, en el momento en que entran en escena los habitantes de los barrios pobres comenzamos a ver abreviaturas como "derribao", "p'alante", palabras que en el diccionario vienen como coloquiales, marginales, argots (for example: queli, diñar, jalar, manduca), para luego pasar a los "mecaguen" y los "tío". Y un selecto grupo de maldiciones a las que Dickens se tomó la molestia de eliminar las palabras malsonantes. Es todo lo que nunca me atrevería a escribir en un texto literario serio, y no porque no quisiera. Tal vez por eso, y aunque es seguro que se hablaba aquello y más, te sientes identificada con la narración que no excluye ese vocabulario para pintar una situación mejor. Las cosas como en la realidad, se lo ruego a todos los escritores famosos.
No os quiero destripar la historia, eso estaría muy mal de mi parte, mejor espero (más os vale porque he perdido un tiempo precioso en escribir esto, he llegado a casa y es lo primero que he hecho, ni siquiera me he quitado los zapatos) que vayáis a la biblioteca/librería más cercana y os hagáis con un ejemplar. Si notas que sientes el fulgurante deseo de poseer el libro y este parece que te llama con una vocecita traidora que te ordena que no te fijes en el precio, entonces es que os va a gustar tanto como a mi.
Feliz lectura!! By Carmen :D

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