viernes, 18 de enero de 2013

Happening in the rain.

Hola queridos/as lectores/as!!! Este es uno de esos días en los que entre el último de los tres signos de exclamación y la primera mayúscula hay una agobiante pausa cargada de pensamientos en blanco. ¿Qué escribir? ¿De qué hablaros? No lo sé, ya que, como de costumbre, a la primera mayúscula le siguen una serie de palabras que no tienen ningún fin en común, excepto observarse a sí mismas y ver como van llenando el espacio en blanco sin decir nada. Esa es mi parte favorita de escribir: las palabras multiplicándose como bacterias (qué símil tan horroroso, adiós al dramatismo).
Escribir....por si ha alguno os importa, os diré que ya han arrancado de cuajo dos carteles de Cartapacio. Viva el desmembramiento del papel. Y hablando de papel (de nuevo por si a alguno/a le interesa), el día después de que yo pasara por las clases del instituto promocionando mi campaña al Consejo Escolar quejándome del mal estado de los baños, el día después, muy eficientemente, aparecieron unos gigantescos rollos de papel en cada baño. Milagro. El maná siguió cayendo hasta que esta semana aparecieron unos papeles en cada baño, sin firma aparente, diciendo que habían confiado en nosotros (alumnado) pero se ve que algunos aún no habían evolucionado y habían hecho un buen y contundente pop-art con el papel. Creo que todos nos imaginamos las bolas mojadas de papel colgando del techo y saliendo por las ventanas. Bueno, después de un intento pirómano de quemar el instituto, sino de asfixiarnos (lo cual me fastidia porque en mi último relato quemo el instituto, pero para que sea original solo se me tiene que haber ocurrido a mi quemar el instituto) ya no me sorprende.

¿ Veis como las palabras a bulto llenan bastante? Es lo que debéis hacer cuando en  un examen de Biología no sepáis describir algo. Sabiendo lo mismo (osea, nada) puedes ventilarte el corazón y sus pringosos anexos en dos líneas u ocho. ¿Os habéis dado cuenta de que todo el mundo parece enfadado?  Bueno, no, no es enfadado, es...es molestado (porque molestar, enfadar y cabrear no es lo mismo, creerme). Hoy llueve, ahora llueve, estos días ha estado lloviendo, nublado. Eso nos ha crispado los nervios. A todos. Aunque solo sea en nuestro subconsciente. Nadie escapa de la lluvia, es más poderosa que nosotros. La gente va deprisa por la calle, miran antes si llueve, abren sus paraguas con angustia porque le rocen esas gotas mortales, marchan (eso es deporte olímpico, no os riáis) por debajo de los alféizares de las casas, como si estuvieran en una película de espías, y cuando llega el semáforo echan una carrerilla, pero da igual porque al llegar al siguiente alféizar les cae encima los goterones de los canalones (pareado:).

Creo que no es el primer post ni el último donde me recreo sobre el tema de la lluvia, pero es verdaderamente interesante. Hoy he procurado que el malestar lluvioso generalizado no me rozase y he salido a la calle como si fuera cualquier otro día. Mis zapatillas han quedado caladas, pero los segundos calados ya no duelen tanto como los primeros. A mi mochila se le ha roto la cremallera y he vuelto a casa con ella abierta completamente, llevándola entre los brazos como si fuera la bolsa de plástico con la compra que temes que se le rompan las asas por todo el peso que lleva. He sido inmensamente feliz viendo como las gotitas se comían el libro de Mates y el de Tecnología. Ah, y también he tenido que llevar el paraguas plegable en la boca, porque solo tenía dos brazos y era para la mochila (el mango de metal estaba frío). Ahora miro el cielo encapotado por la ventana pasivamente, observando a las gotitas de agua que hacen esquí en el cristal. Las tareas llaman a la puerta de mi habitación, pero si hace falta levantaré barricadas para concentrarme en esto. A mi la lluvia  me descarga el estrés y me recuerda a Asturias.
En Asturias siempre esperamos la lluvia. 
 Mantengo que para ser la persona más feliz del mundo solo tienes que esperar un buen día de lluvia y salir a la calle: ver como toda tu ropa, el móvil  si acaso el dinero, la mochila y todas tus posesiones se mojan y estropean; abrir la boca y sacar la lengua sonriendo, extender los brazos al más puro estilo "soy el rey del mundo" y dar vueltas sobre ti mismo/a muy rápido, a ser posible riéndote. Es el máximo grado de expresión de la filosofía hippy: las posesiones materiales no importan, solo el equilibrio espiritual (ooooooommmmmm). Un happening en toda regla y sin LSD, ¿qué más queréis?

Es lo que tiene la vida, yo os iba a contar otras cosas pero ahora ya no creo que importen. No, realmente no importan. No se vosotros, pero yo voy a pasarme la tarde haciendo happenings bajo la lluvia (sin LSD) y levantando barricadas contra el libro de Mates, que ahora viene a vengarse por haberle dejado empaparse, y la Tabla de los Elementos Químicos me está rogando que le deje entrar. Si me descuido se alían todos y acabo estudiando, lo más seguro.
By Carmen:D

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