domingo, 1 de abril de 2012

Mercadillo de sucesos antevacacionales

Hola queridos lectores!!! Bueno, después de este inciso sin publicar nada, aquí estoy de nuevo, con muchos posts atrasados. ¿Y sabéis por qué no he publicado nada? Porque cierto ciruelo traspapeló la contraseña y no he podido acceder a blogger. Ya veis qué bien. Por suerte el orden y la contraseña han sido restablecidos y yo puedo seguir haciéndoos momentáneamente felices y ligeros de preocupaciones. 
Se ve que no hay fotos de medio cumple
El día 16 de abril acontecerá un suceso inusitado, un suceso tan improbable que aún me parece mentira. No, no es que volvamos a las tediosas aulas después de una semana de tediosas procesiones. EL 16 DE ABRIL CUMPLIMOS MEDIO AÑO, QUERIDOS LECTORES!!!! Parece increíble que hayamos llegado hasta aquí. Si es que hace nada que estábamos presentándonos, con nuestras joviales frases de principiantes. Eramos un bonito bebé-blog, con sonrosadas mejillas. Ahora somos un niño-blog de unos dos o tres añitos, que prueba a meterse todo lo que pilla en la boca. ¿Qué ha pasado en este tiempo? No mucho, la verdad. Empezamos siendo tres y ahora somos dos, dos náufragos perdidos en el escritorio de blogger que no se ponen de acuerdo ni para elegir una contraseña. Hasta ahora esto nos ha servido (a mi por lo menos) para conocer a mucha gente interesante con mismas o parecidas aficiones. Y, por supuesto, el gran agradecimiento os lo lleváis vosotros, queridos lectores, que aguantáis nuestras faltas de ortografía, nuestros periodos sin publicar y las churro-entradas. Desde la redacción de este rinconcito simple del gran y complejo mundo, os queremos dar las eternas gracias por ayudarnos a llegar hasta aquí.


Bueno, y ahora que ya hemos pasado la parte sentimental y aburrida, vamos a lo interesante. Los que van al Padre Isla (desaforado insti de León, ya viejo el pobre) sabrán que mañana (lunes 2) comienzan las FIESTAS DEL INSTITUTO 2012, esas donde se hace un poco de todo. Todo tipo de deportes, juegos de mesa, de cartas, gimkanas, concurso de imitaciones, exposición de pintura, exposición de química, sesión de planetario, Gran Gala y concurso de cocina entre otros variopintos espectáculos se celebrarán entre mañana y pasado. Hago notar que, a causa de la crisis (supongo), este año no habrá verbena ni te dan un ejemplar del horario de fiestas a cada alumno. El que lo quiera lo puede ver por los pasillos (si alguien no lo ha roto o usado como papel del váter, ya que este producto de aparente primera necesidad también escasea en el insti), y también se lo puede descargar de la página del instituto, donde encontrará más información.


El año pasado, servidora se apuntó (porque me aburría) al concurso de cocina. Pero, ¡cuidado queridos lectores, el concurso de cocina no es lo que parece! Igual soy yo, que vengo definitivamente de Marte, pero en los concursos de cocina de mi colegio la comida se llevaba ya hecha. Y así hice el año pasado. Nadie me avisó de que había que cocinarla en vivo y en directo. Y yo, tonta de mi, no me extrañé al ver que el horario del concurso empezaba a las nueve y  acababa a las doce. Sí, lo reconozco, las galletas que llevaba al concurso también habían pasado por las manos de mi madre. Por eso , cuando llegué allí con la pequeña bolsa de las galletas y una chica que lo organizaba de 2º de bachillerato me dijo que no, que la cosa no era así, me caí con todo el equipo. Ya había pagado el dinero del concurso así que la chica me animó a que hiciera "algo, como si iba al Alimerca a comprar pan bimbo y nocilla para hacer unos bocadillos". Yo me daba cabezadas contra la dura pared del gimnasio. Empezó a llegar gente. Me entró la risa tonta y decidí que de perdidos al río. Dejé al participante que tenía al lado de mi mesa a cargo de mis cosas y le dije que podía comerse las galletas (este participante es Bibliotecario, chaval de 2º de bachillerato de nombre desconocido para mi, que hace las veces de bibliotecario en la biblioteca del instituto). A una compañera de clase que pasaba por allí y a su amiga (de nombres Jessica y Merche) les pregunté si tenían algo que hacer y como me dijeron que no, me las llevé hasta casa corriendo, esperando a que me surgiera una brillante idea que me sacara del ridículo seguro (lo mejor de todo es que acabé en un ridículo aún peor).
Por supuesto, la casa estaba patas arriba. Como me había dormido por la mañana no había tenido tiempo ni de hacer la cama, ni de recoger el desayuno ni de hacer ninguna de esas entretenidas tareas a las que os aseguro que estoy acostumbrada, aunque no lo parezca. Incluso el bote de la pringosa mermelada dietética estaba sobre la mesa llena de migas. Distraje a mis momentáneas invitadas ofreciéndoles unas tostadas frías que rechazaron amablemente mientras trasteaba en la despensa. Otro problemilla era que no tenía (ni tengo) la más pajolera idea de donde están la mayoría de las cosas en mi propia casa. Por eso busqué la leche en las especias y los huevos donde los platos de cocina. Yo, sin quitarme el abrigo siquiera, estaba creando la más espantosa, quijotesca y adversa idea que podía habérseme ocurrido. Esa idea tenía un nombre concreto (no, no es suicidio). Crêpes. Lo único que había seguido con auténtica pasión de las clases de francés. Busqué mi mochila, saqué una más que doblada receta en francés que la profesora había tenido la delicadeza de darnos, pero no para estos casos. Como también tenía que haber un plan B, agarré unos panecillos para bocadillos y un bote intacto de Nocilla. Metí el salero en el bolso lateral de la chaqueta (cosa de la que luego me arrepentí, niños, nunca hagáis esto en casa), y los dos huevos necesarios en los bolsillos frontales. Mientras, Merche y Jessica observaban perplejas mi lunática fiebre de ideas, puesto que yo hablaba para nadie en voz alta, pegaba repentinos chillidos cual mirlo afónico y corría enredándome a cada paso por la destartalada casa.
Una vez provista de los mencionados objetos, más la sartén de la que estaba enamorada mi madre (en términos gastronómicos, se comprende), un par de platos de cocina y la batidora, todo ello abarrotado en una bolsa del Carrefur (Planet); me dispuse a volver al plató de mi experiencia.


Los patos, ranas y todo tipo de seres vivientes que podía haber en el pequeño estanque que había que atravesar para llegar al instituto pestañearon (si es que las ranas tienen pestañas) al ver pasar a otra criatura ataviada con un chaquetón vaquero de los 80 y una bolsa excesivamente cargada. Pintoresco paisaje, ¿no creéis queridos lectores? Sobre todo sabiendo que yo era la extraña criatura que abría aquella cómica comitiva. Yo solita cargaba con la bolsa, llevando al límite la risa que podía producir mis pasos, más bien parecidos a los de Charlot en esa ocasión. Cuando llegué, la chica de bachillerato había ido al departamento de química a pedir un hornillo de gas (no fue la última vez que recurrí al departamento de química, al cual agradezco sincéramete su masiva participación en mis locuras). Así, a lo largo de la mañana, intenté cocinar unos crêpes "sobrelamarcha", aunque solo fuera por hacer algo. Mis compañeros de clase se pasaban por allí, me ayudaban, comían mis inconcursadas galletas y charlaban conmigo mientras tiraba la masa del crêpe al techo. También mis profesores pasaban por allí y charlaban, comentaban y me dedicaba una sonrisa que decía "Moríste con las botas puestas". 
Como no tenía ninguna profesora de francés que me ayudara, pronto descubrí que mis esperanzadores crêpes eran pequeños monstruos de Frankestein, y yo era el propio Victor Frankestein, aterrorizado ante su creación. Por eso, antes de que los mounstruitos mataran al jurado de asco los rellené de nocilla mal untada y los camuflé entre los panecillos de azúcar y mantequilla. Aún así mi creación era algo intragable y casi incontemplable, ni siquiera el crêpe estaba hecho del todo. 
Derrotada, dejé la maldita creación en la mesa de muestras, junto a un arroz fantástico, unos canapés preciosos, una piña colada deliciosa y una tarta salada magnífica. Me retiré lacónicamente al Chocoloquio Filosófico, pequeña charla organiza por un profe de Filosofía, a la que acudían profes, alumnos de filosofía mayores y yo. El truco de que fuera la gente era que mientras se debatía se comía chocolate con churros. Cuando tuve la taza de chocolate caliente entre mis manos, las voces de los tertulianos se alejaron de mí a pesar de que estábamos todos encajetados en una habitación pequeña, y solo pensé que menos mal que el chocolate no lo abría hecho yo, porque ya estarían todos muertos de indigestión, antes de poder decir si era mejor tener o ser.
No se como acabé, supongo que última. A partir de ahí solo recuerdo que cedí las sobras de mis galletas a la gente que había por allí y me concentré en devorar la ensaladilla rusa con extra de mayonesa junto con mi profe de gimnasia, cual bebedor que se retira a su bebida para olvidar. Probablemente pasaron más cosas, pero mi memoria selectiva ha hecho que me olvide de ellas.


Y todo esta historia de tan larga extensión por la que me vais a perdonar y que me ha llevado 2 horas de frenética redacción, viene a cuento de que este año, queridos lectores, este terror andante de la cocina vuelve a la carga. Todo el que esté interesado en contemplar un episodio similar (porque estoy segura de que ocurrirá), puede pasarse a verme en el Padre Isla a partir de las diez, y darme el pésame por mis futuras tartaletas saladas. Esta vez tendré, para vuestro mayor deleite, un colaborador de nombre Pablo y que tan bien conocéis. 
"Como pasar de ligera emprendedora en la cocina a terrorista de la gastronomía en una sola mañana", no se puede perder esta obra de Carmen Reivelo, ya en su librería. 
By Carmen :P

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola querido/a lector/a, gracias por dejar tus pensamientos para que todos podamos leerlos! Piensa lo que vas a decir, no insultes a nadie y está en tus manos hacer que tu comentario no sea spam :P

Os ruego que, en vez de poner todos Anónimo en el nombre como locos para luego firmar el comentario, PONGÁIS VUESTRO NOMBRE O ALGO QUE PERMITA IDENTIFICAROS (ej: Fulanito, club escritura, instituto Tal, campamento Cual, lector de Tal pais.) Estarán exentos de esto: las personas que todavía no tengan nombre, los refugiados políticos, los políticos y los marcianos.
Gracias por manifestarte (así sé que estáis ahí)!