domingo, 10 de marzo de 2013

Requiem por Little Frankestein.

Hola queridos/as lectores/as!!! Y un domingo más estamos aquí todos reunidos, por el poder de Blogger que me ha sido concedido, para hablar de este mundo y el otro, si es que solo hay uno más. Bien, un hecho ha puesto un punto y aparte en lo que pensaba contaros, y me he debatido durante quince segundos en si preferiríais leer una reseña, un relato de Cartapacio o un esquela. Me he quedado con la esquela.
Mis patos se parecen a estos:)
Vosotros/as sabéis, o no, la gran afición que tengo yo a poner nombre y dar vida a cualquier cosa/bicho/objeto, trastorno achacable a la falta de otras cosas en las que perderme, como por ejemplo la ausencia de móvil de última generación con todas las cosas que se te antojen y las que no. Yo me muevo por el medio terrestre con mi cabeza como única arma contra el aburrimiento, ya que mi querido Patata (Patata es mi móvil, creo haberos hablado de él hace mucho. Bueno, sigue igual de insignificante y problemático que siempre) se niega a comportarse como un móvil normal y llamar a quien yo quiero llamar. Es triste vernos discutir por algo tan superficial como un mensaje mal mandado :(
Por continuar ilustrándoos sobre mis propiedades inertes, sabed que, al contrario que Patata, Mariluz es una lámpara excelente y lleva alumbrándome la lectura desde hace mucho, muchísimo tiempo. Al libro de Matemáticas le he pedido el divorcio a gritos en medio de clase, porque ya no lo soporto. Desde que me lo olvidé debajo de una ventana abierta y con tormenta (yo mantengo que fue un accidente, pero él asegura que fue un accidente en mi plan de asesinato que siguiera vivo) se ha vuelto de un mutismo insoportable. Creo que se le están borrando los números y las pocas palabras (la mayoría escritas por mi) que tiene, por culpa de la tormenta.Por cambiar de tercio, los patos que hay en el parquecito público de camino a mi instituto, el pato Moliere y la pata Maria Antonieta, son de lo más sociables. Hace unas semanas que los echo en falta, pero recorrer todos los parquecitos públicos de León me parece demasiado trabajo. No, no es que por aquí sean unos frikis de poner parquecitos públicos, pero aún así es un tute, así que ya aparecerán.

Pero si de todos ellos tengo que elegir a uno, ese es el que hoy nos ocupa. Little Frankestein. Echadle un poco (mucho) de imaginación y adivinaréis que se trata de mi mochila. Mi difunta mochila. Era una buena mochila, siempre dispuesta a reventar cargando estúpidos libros (los libros de lectura los suelo llevar en la mano). Una buena mochila...ay. Toda pintada, a flores, con todos los símbolos de la paz y smiles que os podáis imaginar. La pinté entera con rotuladores en una clase de MAE. Aquella mañana llovió y todos los colorines se corrieron, quedando como un manchón, pero un manchón multicolor al fin y al cabo. Luego, allá por abril, se le rompió la primera costura. Siempre se rompía por la cremallera. Yo nunca fui de coser, ni siquiera sé sostener una aguja de manera segura, pero por ella haría cualquier cosa. Dos, tres, hasta cuatro veces la cosí, y de todas las operaciones salía con muñones de tela, grandes hilos colgando y alguna que otra grapa cuando ya perdía la fe en mis nulas habilidades manuales. Reconozcamoslo: daba pena, parecía que se había usado desde que comencé la Guardería. Pero explicar el cariño que yo tenía a aquel saco de tela áspera era difícil, y más difícil todavía, entenderlo. Por eso pasó a llamarse Little Frankestein, hasta añadí una pintada más con su nombre.
Esto pincha, ok?
Al acabar el curso, concretamente a la vuelta de Barcelona, desapareció. Mi madre dijo que la había llevado, junto con mis libros de cuando era niña, a una ONG de cosas donadas a niños pobres. Por mi chapó, porque lo que sea por solidaridad y para los niños pobres, aunque sea Little Frankestein, deben de quedárselo los niños pobres. Fue un trauma de segunda infancia difícil de olvidar, porque me recuerdo en verano, soñando con la dichosa mochila. Freud resucitaría para atenderme y pagarme por la consulta.
Pero, hoy, hoy queridos/as lectores/as, he confirmado la sospecha de que, bajo este techo en que ahora estoy, hay escalofriantes instintos asesinos. Porque aquí se ha asesinado a una mochila, una buena mochila. Esta mañana, cuando he entrado en la habitación para estudiar algo de Literatura, tal vez por casualidad, quizás por predestinación, he tropezado (esto ciertamente es una casualidad muy corriente en mi) con el saco de costura de mi madre. Entonces, contemplando todos los retazos de telas para hacer remiendo y chapucillas, he creído ver parte de la tela coloreada de Little Frankestein. Y, en efecto, ¿de qué otra cosa podría ser aquella tela? Palidecí. Allí estaba el trozo de tela con su nombre. Levanté la mirada y me fijé en la mesa de costura de mi madre. Tijeras. Agujas. Escuadras y reglas. Todos sendos objetos punzantes. Esa vieja máquina de coser y todas, las diecisiete cajitas con todo tipo de cosas necesarias. Mi mochila no se la habían dado a los niños pobres, a mi mochila la habían descuartizado atrozmente y enterrado en la misma habitación en que yo hacía los deberes.


Ahora graniza. Las piedrecitas de hielo vienen a estamparse sin elegancia a la ventana de la habitación del crimen y su descubrimiento.  Por cierto, esta habitación ha sido reconocida por expertos como Lugar Dado A La Meditación Y Melancolía, gracias a su acústica de los fenómenos meteorológicos y la reverberación de los altavoces del ordenador. Pero para mí es la habitación donde un día se asesinó. No me he vestido de negro, porque nunca he tenido, ni tengo, ni tendré algo negro que ponerme, pero las flores van bien para este momento. Ya no hay nada que podamos hacer, queridos/as lectores/as. Las cosas pasan, vienen y van; pero por muchas cosas que pasasen en ninguna comisaría se aceptaría una denuncia por sospecha de asesinato de mochila. Por eso, hoy estamos aquí reunidos, un domingo más, por el poder de Blogger que me ha sido concedido. Oremos ahora por esta mochila que nos ha abandonado para ir a un mundo mejor. By Carmen:D

2 comentarios:

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